Ahora vayas donde vayas siempre encuentras a alguien renegando de Scrum.
La pandemia acabó por precipitar los acontecimientos. Dejando a un lado artículos oportunistas celebrando la muerte del agilismo y asumiendo que ya no se hace scrum, ¿acaso no se puede ser ágil sin implementar un framework específico?
Antes se hablaba de Scrum como un proceso (metaproceso) o de una metodología.
Los propios fundadores admitían que no era más que un marco de buenas prácticas y aludían al sentido común a la hora de implantarlas, tomando aquellas que nos sirvieran e incorporando empíricamente las que considerásemos oportunas.
Examinemos en detalle los valores y principios del manifiesto agile para ver si los cumple tu empresa o no.
Lo dice todo acerca del ecosistema y la dignificación del equipo técnico, para establecer un marco más humano.
Favorecer una comunicación más horizontal, directa y eficiente, ya que en el propio empoderamiento va implícito el extra de responsabilidad para con el resultado final.
No se trata solo de dignidad, sino también de productividad, calidad y eficiencia.
Es el punto más capcioso del manifiesto. No cabe duda de que es preferible tener software aportando valor que disponer de documentación exhaustiva, si es que tenemos que elegir.
Pero que el código sea legible y autoexplicativo es uno de los pilares de la artesanía del software y eso también es documentar, como también lo es mantener un censo de los servicios disponibles, un mapa de arquitectura, diagramas de infraestructura o incluso un onboarding adecuado para las nuevas incorporaciones.
Estaríamos hablando realmente de la necesidad de documentar con pragmatismo; es decir, de manera muy diferente a como se venía haciendo cuando salió el manifiesto (2001).
Dispondremos de una hoja de ruta a alto nivel, que iremos desgranando, mostrando resultados sobre lo entregado y revisando las funcionalidades venideras, simplificándolas o ampliándolas según sea necesario.
Si colaboramos estrechamente, en lugar de ser solamente un proveedor, podremos asesorar en base a nuestra experiencia, participando en el proceso de co-creación.
Ya revisados los valores, tendremos que echar un vistazo a los doce principios del manifiesto. Su cumplimiento es lo que va a demostrar que se puede adoptar una postura Agile en la entrega sin la implementación de un framework específico.
Si bien Scrum habla explícitamente del Producto Mínimo Viable, el desponer de un backlog ordenado a inspeccionar periódicamente entre ciclos iterativos es propio de cualquier metodología de desarrollo guiado por la entrega.
La flexibilidad es primordial si queremos ser lo suficientemente competitivos, pero para ello se requiere un marco de colaboración que lo ampare, debe estar basado en la confianza.
Con transparencia y mecanismos apropiados de inspección y adaptación, el cómo absorbamos dichos cambios y reflejemos su impacto: alteración del Sprint, alcance de la entrega, desplazamiento de la fecha prevista, faseado de la funcionalidad, etc. no es más que un mero formalismo.
Solamente teniendo agilidad en la entrega podremos ofrecer ventaja competitiva.
La cadencia de entrega dependerá de la naturaleza del proyecto y se tendrá que encontrar un equilibrio entre tamaño y frecuencia.
Con propósito es posible alcanzar un cierto grado de implicación, y solo con implicación es posible alcanzar cierto grado de distinción. Para mantener el propósito sobre el trabajo desarrollado es necesario conocer las motivaciones de algunas de las decisiones de negocio, así como unas pinceladas a alto nivel de sus estrategias competitivas.
También a través de una comunicación fluida entre negocio y desarrollo se reforzarán los lazos de confianza necesarios para entender los tiempos que demanda uno y requiere otro, y que así se produzca un acuerdo fructífero entre ambas partes.
Es fundamental gozar de un ambiente preparado, que elimine impedimentos y alivie frustraciones, este es tan solo un escalón preliminar de la pirámide de Maslow. En los equipos que aspiren a resultados excelentes, es indispensable este reto, también la autonomía y el crecimiento profesional de los distintos perfiles del equipo.
Aquí sobre todo lo que se pone de relieve es la necesidad de acortar distancias entre negocio y desarrollo para cumplir objetivos.
No solamente ir hacia adelante, sino ir mejorando por el camino.
Es muy deudor de su tiempo este punto, donde un documento Excel medían el avance de un proyecto a medio-largo plazo.
Lo que se espera es no simplemente entregar valor, sino impacto en negocio, una determinada capacidad de respuesta, mantener la cohesión del equipo, entre otros.
Tener cierta pausa puede ser el resquicio idóneo para que una idea genial aflore. De hecho, la sobreexcitación perenne conduce ineludiblemente al descuido y, por tanto, a la mediocridad.
Entregar valor implica entregar calidad, para ello es preciso que al proceso de inspección y adaptación se incorporen técnicas y herramientas que lo cuantifiquen.
Es fundamental apoyarnos en alguna herramienta que nos permita mantener censado y priorizado todo lo que consideremos relevante y ofrecer trazabilidad sobre todo este posible caos, así como visibilizar sus consecuencias. Eso quiere decir: reducir a su mínima expresión el número de incidencias en producción, vulnerabilidades, bugs con prioridad alta.
También debería de ser extensible al marco, cualquiera que sea.
Los equipos se auto-organizan en base a las prioridades marcadas por negocio. Pero no solo la autonomía es algo que se promueve, sino que debe haber un responsable de la maximización de la entrega que establezca objetivos y límites.
La mejora continua no se limita a hacer una retrospectiva de manera rutinaria, sino que se ha de contar con datos que midan los puntos de mejora, y que el equipo se lleve a un estado donde la vulnerabilidad propicie un sano conflicto y debate.
Trabajar de manera Agile consiste en establecer un marco de trabajo que cumpla los valores y principios recogidos en el manifiesto. Hay marcos que su implantación hace que dicho cumplimiento sea más sencillo, pero que no lo garantizan por sí mismos sin un profundo entendimiento, como es el caso de Scrum.